lunes, 16 de diciembre de 2013

El final se acerca

Notar que todo está mal y que siga estando mal.
Impotencia
eso es lo que es
no lograr entender en qué momento todo se pudrió tanto y estar ahí, en la incertidumbre de no saber cuando se acercará el fin.
Nos amarramos a la situación favorable de la resurrección.
Se creen tan católicos y no practican lo predicado.
¿qué es el perdón cuando hay tanta ira?
Nos miramos las caras y seguimos sin lograr ver en nuestras almas… la pureza es efímera y el concepto bueno o malo se borra, se desvanece.
Es ver que la chimenea se apaga y no ponerle más leña. Estar en medio de una carretera y estar casi sin gasolina y abandonar , pedir que te lleven y sin siquiera intentar empujar un poco más, porque tan sólo a unas cuadras había una gasolinera.
Es rendirse, es bajar los brazos, es no querer intentar.
Algunos le llaman comienzo nuevo. Otros le llaman evolución, y está bien, es válido, pero ¿en qué momento se tomo aquella determinación?
Ahí estaba Elena, mirándose la punta de sus zapatillas sucias por algún pisotón que le dio el bautizo cuando estaban nuevas. Hacía calor, lo que contrastaba con la sensación de vacío que ocupaba todo el espacio. Sí, hubiese sido óptimo que lloviese pero la realidad era otra y esta historia debía ser contada en una situación igual de inadecuada.
Palabras no dichas, sentimientos ocultos, máscaras frente a un mundo cínico que tiembla dentro de sí, que se quema por dentro del solo miedo de pensar que pueden ser abandonados.
Elena tenía muchos pensamientos en su interior, quería gritar pero no era ni el momento ni el lugar. Toda su familia se encontraba a su alrededor y tal y como buen cliché se sentía sola.
A sus 16 años creía haber encontrado la amistad y el amor, pero al toparse con un quiebre inevitable ( o eso sentía que se avecinaba) logró que aquellos pensamientos se comenzaran a alojar en su interior.
Un escudo que cree proteger el no ser dañado. Un viaje en busca de llenar un vacío que dentro del alma solo puede ser cubierto por amor… amor en uno mismo, buscar en otros lo que uno tiene dentro.
Elena realmente no entendía que comenzaba a ocurrir con la gente que la rodeaba. Un día todo estaba bien y al otro la intuición le indicó lo contrario. La distancia entre ella y quienes la rodeaban cada vez se hacía más grande y ella ya no sabía si dejarlo pasar o intentar aferrarse. Cualquiera que hubiese sido su decisión ,el final sería el mismo, lo sentía en su interior como una verdad absoluta que la carcomía y que no la abandonaba ni en su estado de sueño.
¿Cuándo será el día en que seamos capaces de vivir sin remordimientos, transparentes?
Un cristal a punto de ser quebrado, algo que comienza a hostigar y que trepa por nuestro interior y nos dice ya basta ya fue suficiente.
Ella sabía que la dependencia en los otros no era lo que le correspondía, sin embargo comenzó a depender día a día más de ese grupo: Francisco con sus bromas sarcásticas, Sebastián con su risa contagiosa y sus abrazos reconfortantes, Gonzalo con sus rulos que rebotaban y el chiste en la punta de la lengua, Aranza con sus caras de loca e ideas inapropiadas en situaciones inconvenientes y por supuesto Lucas, su mejor amigo que parecía cada vez más un extraño para ella.
Crecer... Eso debía ser. Al fin y al cabo esa era la explicación que todos le daban. Elena poco a poco comenzó a apartar la mirada de sus zapatillas y conversar con sus familiares.
La máscara invisible cubrió su rostro y todo volvió a estar bien.

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